Amigos quiero compartir con Ustedes un mensaje que nos enseña que el cambio
de nuestro destino esta en nuestra manos, escrito por mi amigo y hermano en la
fe, Luis Romero, Ingeniero y Gerente General de una prestigiosa
empresa de seguridad industrial y un creyente que da testimonio todos los días que
Dios es real. Esta hermosa exposición de la Palabra fue en junio 2013 en la
Iglesia El Buen Samaritano en la comuna de Macúl, Santiago-Chile.
Texto Bíblico: 2° crónicas 34:1-7; 29-33
Introducción
En nuestras vidas, siempre ha habido personas que han impactado o
influenciado positivamente nuestras vidas. Es más, en nuestras vidas, siempre
ha habido personas que nos han tendido sus manos para ayudarnos a salir de alguna
situación complicada. Este tipo de personas podrían estar dentro de nuestro
círculo de amistades verdaderas.
El tema es que necesitamos ser influenciados por personas con un
espíritu verdadero, honesto, afable, digno de imitar, digno de confiar. La Biblia
dice en el capítulo 33 de 2° Crónicas, que el abuelo de Josías, había comenzado
su reinado a la edad de 12 años, y que su reinado duró 55 años, pero nos dice,
que en esos 55 años hizo lo malo ante los ojos de Jehová. El, su familia y el
reino fueron llevados a la idolatría. Se apartaron de Dios. Este abuelo de
Josías, era dado a las adivinaciones, a los agoreros y a los encantadores. Hizo
tan mal, que hizo que Dios se airara con él.
55 años de reino malvado, corrupto, pecaminoso y apartado de Dios. Y cuando
llega el día de su muerte, asume el reinado su hijo, llamado Amón, de la edad
de 22 años y este nuevo rey, que es el padre de Josías, alcanza a reinar 2
años, pero en 2 años lo hizo mucho más peor que su padre. Hizo mucha más maldad
que su padre.
Pero llegó el tiempo en que una nueva genética
se levanta para liderar
Josías un niño de sólo 8 años de edad no hizo lo que vio hacer a su
padre, ni tampoco hizo lo que supo que su abuelo hizo, sino que hizo lo que su tátara,
tátara abuelo David y bis abuelo Ezequías hicieron: lo recto ante los ojos de Dios, todos los días de su vida.
Josías desde los ocho años de vida, decide agradar a Dios, y a los 12
años, decide comenzar a limpiar y santificar su reinado (2 Crónicas 34:3). A los
ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David
su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los
lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas. A los 18
años de vida, siendo aún un muchacho, ordena reparar el templo, la casa de
Dios, y encuentran el Libro de la Ley
que había sido perdido: la Biblia.
Este joven rey llamado Josías, se da cuenta de lo malos que habían sido
sus antepasados, y decide buscar a Dios con todo su corazón, y con todas sus
fuerzas. Y comienza a movilizar al reino entero, y todos comenzaron a buscar y
adorar al Dios verdadero: Jehová Rey de los Ejércitos.
En el reinado de este joven Josías, se comenzó a llevar a efecto, un
cambio de genética en el reino de Judá. El deseo del corazón de Dios, es que
las nuevas generaciones, tengan un destino de gloria, mayor, que las
generaciones que nos antecedieron.
Ezequiel 18:1-4 dice: “Vino a mí
palabra de jehová, diciendo: ¿qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán
sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los
dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice jehová el señor, que
nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las
almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma
que pecare, esa morirá.”
En las generaciones de Josías, el papá cometía el pecado y los hijos
sufrían las consecuencias. El papá es un impío y los hijos heredan la
desgracia. Pero les traigo una buena noticia, que: El mismo Dios que habló por
boca de Ezequiel, y nos dice que: “nosotros no vamos a heredar la maldad
cometida por nuestros padres.” l.- quizás muchos de nuestros antepasados
fueron, borrachos, violentos, idólatras, mujeriegos, ladrones, en fin. Pero nosotros
y nuestros hijos no vamos a cargar con la maldición heredada de nuestros
padres. Porque el Cristo, el Hijo del Dios viviente nos redimía de toda
maldición. Vivo yo dijo el Señor: que nunca más se repetirá ese refrán en la
familia de los hijos de Dios. ¡Aleluya!.
Ahora tú y yo tenemos la bendición de Dios. Ya no vamos a tener la
dentera producto de las uvas agrías que comieron nuestros padres: “el alma que
pecare, esta morirá”.
Estoy enseñando de la revolución genética
espiritual que trajo Josías y de lo que dijo Dios, por medio de Ezequiel.
Hay algo que se llama el ADN, que está de moda en estos días. El ADN
es el que lleva la información genética de las células, a través de los genes y
tiene la responsabilidad de transmitir las características de una célula, y
transmitirla en su proceso de reproducción. Por esa razón es que se heredan
algunos rasgos idénticos de nuestros padres, características físicas heredadas
de los padres. Y se dan las veces, cuando en los hijos no se manifiestan estas
características, pero sí, pueden manifestarse en los nietos o bisnietos.
Pero no solamente se transmiten genéticamente rasgos físicos, sino que
también otros rasgos: carácter, hábitos, tendencias, temperamento, habilidades,
entre otros. Todo esto y mucho más se transmiten de una generación a otra. La inclinación
a la maldad de un padre a un hijo se traspasa. A esto es lo que se le llama
genética o ADN.
En el párrafo bíblico leído, nos encontramos con un jovencito que
tenía un ADN maldito. Su padre el rey Amón había hecho lo malo, su abuelo el
rey Manasés, había hecho lo malo, pero este Josías, siendo aún un niño, escogió
su ADN. El no quiso el ADN de Amón su padre, él no quiso el ADN de su abuelo Manasés.
Josías no quiso nada de lo que su padre y abuelo habían hecho, él quería
provocar un cambio de ADN, en su propia vida y en la de su reinado y hoy en
este día, nuestro señor te da la posibilidad de escoger tu propio ADN, y el ADN
que has de heredar a tus generaciones.
La genética se está usando en todos los ámbitos científicos, con tal
de mejorar las diferentes especies. En los animales para tener una mejor
producción de leche, de carnes, etc. en la agricultura para mayor cantidad de
rendimientos en los cultivos. Y nosotros en este día podemos alterar nuestro ADN
espiritual: nosotros no tenemos que heredar la inclinación al mal de nuestros
padres. Si un niño de apenas 8 años supo correctamente decidir el ADN que
abrazaría, ¿qué ADN es lo que hoy todos nosotros vamos decidir abrazar?
Todos nosotros somos hijos de Dios, y el
mismo quiere ayudarnos a hacer nuestro cambio de ADN.
Solamente tienes que decidir, que tipo de vida quieres llevar de hoy
en adelante, y que tipo de vida quieres que lleven tus hijos y los hijos de tus
hijos. Hoy por medio de la sangre de Cristo, podemos provocar ese milagro
genético en nuestras vidas. ¡Aleluya!.
El Espíritu Santo, quiere que comencemos a fluir con el mejor de los ADN,
el ADN del Dios del cielo. ¡Aleluya!.
Ahora bien, el ADN espiritual se puede escoger: por ejemplo: yo de mi
padre decidí escoger su pasión por Cristo. Decidí escoger su seriedad con que
cumplía sus responsabilidades, decidí escoger su preocupación por el orden. Pero
también, hay otros genes de mi padre que no los escogí, y que yo no los quise
ni para mí, ni para mis hijos.
Nosotros podemos hacer las modificaciones genéticas espirituales que
queramos hacer. Dios nos da la posibilidad, de hacer los cambios que queramos
hacer a nuestras vidas y a las vidas de nuestra descendencia. Esto fue lo que
hizo Josías. Cambiar su propia genética y la de su reinado.
Dios quiere que tengamos su ADN. Josías no quiso más lo malo de todos
los reyes y familia que le antecedieron, y decidió modificar su ADN. Hoy el Señor
nos desafía a realizar cambios importantes en nuestras vidas y en las vidas de
nuestra descendencia.
Ezequiel 18:14-17 dice: “Pero si
éste engendrare hijo, el cual viere todos los pecados que su padre hizo, y
viéndolos no hiciere según ellos; no comiere sobre los montes, ni alzare sus
ojos a los ídolos de la casa de Israel; la mujer de su prójimo no violare, ni
oprimiere a nadie, la prenda no retuviere, ni cometiere robos; al hambriento
diere de su pan, y cubriere con vestido al desnudo; apartare su mano del pobre,
interés y usura no recibiere; guardare mis decretos y anduviere en mis
ordenanzas; éste no morirá por la maldad de su padre; de cierto vivirá.”
Hoy tenemos que sacar de nuestras vidas todo gen que no nos bendice, y
cambiarlo por los genes de Dios. Hoy vamos a decirle al Señor: “Señor voy a
sacar todo gen de mi vida y de mis hijos que no bendicen tu reino. Tenemos que
comenzar a orar como lo hacía David.
Salmos 51:1-2, 5, 7 dice: “Ten
piedad de mí, oh dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de
tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de
mi pecado… he aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre…
purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.”
Si la ciencia está provocando cambios en la genética, nosotros tenemos
el mayor de los poderes y la mayor de las ciencias para cambiar nuestro ADN,
nuestro ADN: el Espíritu Santo de Dios. A la ciencia no siempre les funciona
los cambio de ADN, o de genética, pero a nosotros sí que nos funciona. ¡Aleluya!.
Conclusión.
Josué 24:14-27 dice: “Ahora,
pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre
vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del
río, y en Egipto; y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová,
escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros
padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos
en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová. Entonces el
pueblo respondió y dijo: nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir
a otros dioses; porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros
padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas
grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y
en todos los pueblos por entre los cuales pasamos. Y Jehová arrojó de delante
de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros,
pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios. Entonces Josué
dijo al pueblo: no podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios
celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados. Si dejareis a Jehová
y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá,
después que os ha hecho bien. El pueblo entonces dijo a Josué: no, sino que a Jehová
serviremos. Y Josué respondió al pueblo: vosotros sois testigos contra vosotros
mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron:
testigos somos. Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros,
e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel. Y el pueblo respondió a Josué:
a Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos. Entonces Josué hizo
pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem. Y
escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran
piedra, la levantó allí debajo de la encina que estaba junto al santuario de Jehová.
Y dijo Josué a todo el pueblo: he aquí esta piedra nos servirá de testigo,
porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues,
testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios.”
Deuteronomio 11:29 dice: “Y
cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra a la cual vas para
tomarla, pondrás la bendición sobre el monte Gerizim, y la maldición sobre el
monte Ebal.”
Siquem significa donde descansa la carga, cierra cortar. Josías
significa ayuda de Dios o favor.
Tome el ADN bueno de su familia y deseche lo malo saque la
religiosidad, saque la ruina, saque la pobreza, saque los malos hábitos, saque las
enfermedades y tome todas las cosas buenas de papá.
Nuestros hijos.